"Nosotros no queremos un país en donde un Ministro tenga que decir: “y bueno, no hay solución”. Sin embargo para otros hay solución, para los grandes monopolios hay solución, para pagar los intereses de los préstamos hay solución, para comprar las máquinas donde ellos nos indican hay solución. Para los jubilados, para los pensionados, para los niños, para los estudiantes, para los trabajadores, para esos que son realmente el pueblo no hay solución"
Agustín Tosco
Desde hace unos días, la situación que reflejan los medios es que en la provincia de Salta, en los últimos 15 días han muerto 7 niños por desnutrición. Las mismas crónicas detallan insistentemente que son chicos pertenecen a comunidades aborígenes. Al respecto, el gobernador de Salta, el oficialista Juan Manuel Urtubey, declaró que "Los aborigenes desnutridos no van al hospital por una cuestion cultural". Entonces, más allá de las especulaciones por la difusión o no de la noticia, según al grupo de poder -político, económico- que responda el medio, entre ambos existe una confluencia sustancial, la cultural, empezando por el término aborígen (sin orígen). Se los trata aparte, en los hechos y en las palabras, como si no fueran parte del pueblo, como si fueran una plaga no deseada que por cuestiones políticamente correctas no pueden exterminar (aunque no pocas veces cruzan la línea).
Salta es una provincia históricamente gobernada por estos grupos, embebidos en la cultura occidental y cristiana, y son expresión de ello los contendientes más resonantes de las próximas elecciones a Gobernador. La más cabal, la de Alfredo Olmedo, empresario sojero que acumuló su riqueza en base a la cesión de 110.000 hectáreas de tierra (1100 km² cuando en Salta por cada habitante hay 0,13 km²), otorgadas por el gobernador Romero en el año 2001. Son conocidas sus declaraciones que rozan el fascismo y el oportunismo político. Urtubey no le pierde pisada en esta disputa con su reciente declaración, teniendo en cuenta además que fue él quien reglamentó en 2008 la ley provincial de protección de bosques que habilitaba desmontar los bosques nativos, proyecto impulsado desde el sector cercano a Olmedo y votado casi por unanimidad (salvo Carlos Morello del Movimiento Proyecto Sur y Pablo López y Patricia Poblete, del Partido Obrero), desoyendo a organizaciones ambientalistas, campesinas y de pueblos originarios.
Las palabras de Tosco hoy siguen vigentes, después de 40 años. Urtubey no tiene la voluntad política de modificar radicalmente, la realidad de estas comunidades. La frase es tan abobinable como descriptiva. Para la cultura occidental, el hospital es cosa conocida, es cotidiano. Pero para el nativo no. El hospital es el Estado en una de sus máximas expresiones, entonces nos está diciendo que el Estado no llega a tenderles la mano, no los incluye, y no sólo eso: no tiene voluntad de hacerlo, esperan que ellos mismos lo hagan. Esconde la intención del exterminio, apartándolos, expropiándoles las tierras, a las que a veces se evoca como si fuera el patiecito de atrás que piden los chicos para salir a jugar, "los dejan". Desde el Gobierno Nacional o el Provincial, la contestación es que se trata de una operación política de los medios (desde luego), y que "hay desnutridos, pero cada vez hay menos". No tendría que haber ni uno, como piso; después siguen la educación y ortos artículos constitucionales más. La ecuación entonces es simple: sin desnutridos, no hay operación política. Pero el debate no es ese, es más profundo. Para que suceda, además de una declaración de emergencia alimentaria y una actuación en consecuencia, debe haber, sobre todo, un cambio cultural, que respete e incluya diversidades, y pueda encontrar salidas con el conjunto de todo el pueblo, en educación, en salud, en trabajo. Argentina es un cúmulo de sinergías y potencialidades, tal vez el mayor en el mundo. En contraste, estos grupos de poder con distintos matices pero homogéneos de fondo, son en realidad un gran grupo hegemónico que reconoce la deuda externa pero no la interna, que habla de superávit pero no de redistribución de la riqueza, que impone el orden cultural oficial sin consultar, que toma la decisión de ser amo o esclavo según la conveniencia.
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